¿Por qué el discurso de Lincoln en Gettysburg es considerado por muchos el mejor de la historia?
¿Por qué el discurso de Lincoln en Gettysburg es considerado por muchos el mejor de la historia?
Ha habido grandes discursos a lo largo de la historia que son reconocidos por ser influyentes e inspiradores. Entre ellos está el famoso “I have a dream” de Martin Luther King, el “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor” de Churchill o el “no preguntes lo que tu país puede hacer por ti…” de John Fitzgerald Kennedy. Pero por encima de ellos, muchos profesionales de la oratoria destacan el discurso de Gettysburg de Abraham Lincoln.
Linconln pronunció su famoso discurso el 19 de noviembre de 1863 en la ciudad de Gettysburg (Pensilvania), en la inauguración del cementerio de los soldados caídos por la Unión. Lo que muchos ignoran es que Lincoln era un actor secundario en ese evento. El honor de pronunciar el discurso principal recayó sobre Edward Everett, quien era considerado el mejor orador de su época. Lincoln estaba invitado a dar un breve discurso de dedicatoria después de Everett.
La batalla de Gettusburg había tenido lugar en julio de ese año y Everett pasó varios meses estudiándola a fondo, escribiendo el discurso y memorizándolo. Al final, su discurso tenía más de 13000 palabras. Tras Everett, habló Abraham Lincoln. Su discurso tenía solo 271 palabras, distribuidas en 10 oraciones, y tardó menos de tres minutos en pronunciarlo. Su traducción del inglés es esta:
Hace ochenta y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en Libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales. Ahora estamos envueltos en una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un importante campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a destinar una porción de dicho campo como lugar de último descanso para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir. Es plenamente oportuno y apropiado que hagamos tal cosa.
Pero, en un sentido más amplio, no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que aquí lucharon ya lo han consagrado, muy por sobre lo que nuestras escasas facultades pueden añadir o restar. El mundo apenas advertirá y no recordará por mucho tiempo lo que aquí digamos, pero jamás podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí. Somos, más bien, nosotros, los vivos, quienes debemos dedicarnos aquí a la tarea inconclusa que los que aquí lucharon hicieron avanzar tanto y tan noblemente.
Somos más bien los vivos quienes aquí debemos abocarnos a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que de estos muertos a los que honramos extraigamos una mayor devoción a la causa por la que ellos dieron la mayor muestra de devoción: que resolvamos aquí firmemente que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no desaparecerá de la Tierra.
¿Pero por qué es tan bueno el discurso de Lincoln? Estas son algunas de las claves.
1. Una preparación concienzuda
Aunque se ha afirmado que Lincoln pronunció su discurso de forma despreocupada y sin preparación, nada más lejos de la realidad. Fue muy meticuloso, y hay algunas pruebas de ello. Por ejemplo, aunque le habían reservado una plaza para un tren el mismo día de la inauguración del cementerio, él prefirió trasladarse un día antes, para asegurarse de estar a tiempo si había imprevistos. No parece que dejara nada a la improvisación.
También se ha dicho que llevaba el discurso garabateado en una hoja de papel o cartón porque lo improvisó durante el discurso se Everett. Tampoco parece que sea cierto. Según Sam Leith, autor de ¿Me hablas a mí?, La retórica de Aristóteles a Obama, Lincoln incluso había revisado los planos del cementerio para familiarizarse con el sitio en el que tenía que hablar.
2. Utilización de estructuras retóricas
Con seguridad, la frase clave del discurso es el tricolon final:
Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no desaparecerá de la Tierra.
El tricolon es la repetición de la misma estructura tres veces en la oración. En este caso, se repite la palabra “el pueblo”. Esta figura retórica se viene utilizando en discursos eficaces desde la antigua Grecia. Según Roy Peter Clark, autor de Writing Tools: 50 Essential Strategies for Every Writer, el tres significa plenitud, mientras que el uno es poder y el dos es contraste. Otros tricolon famosos son: “logos, ethos y pathos” de Aristóteles, “Veni, vidi, vici”, de Julio César, o “Liberté, egalité, fraternité”, lema de la Revolución Francesa.
En el discurso de Gettysburg hay otro tricolon “no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno”.
3. La abstracción
Lincoln habla en términos abstractos, no hace referencia a momentos concretos de la batalla, ni a su dureza ni a su crueldad. Por el contrario, eleva el discurso de lo terrenal y lo cruel y lo dirige hacia el mundo de las ideas, proyectando a su audiencia hacia un lugar mejor, más puro, más esperanzador.
4. Nosotros
Como decía más arriba, el discurso consta de diez oraciones. Pues bien, la palabra “we” (nosotros en inglés) se repite también diez veces, una por oración. Es decir, Lincoln enfatiza su pertenencia al grupo que le está escuchando, se hace uno con ellos, los hace participar de sus palabras. Esa estrategia provoca la conexión de la audiencia con el ponente y facilita que las palabras lleguen más adentro. Lincoln llega a hablar de “nuestros padres”, lo que indefectiblemente implica que todos los que lo escuchan son considerados hermanos suyos.
5. Las emociones siempre presentes
La fuerza de las emociones es clave en el éxito de un discurso, como ya mostré en una entrada anterior. Es el pathos de Aristóteles. Releamos estas frases del primer párrafo del discurso:
Ahora estamos envueltos en una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un importante campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a destinar una porción de dicho campo como lugar de último descanso para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir.
Imagina que estás en medio de una guerra civil que puede destruir la nación, en la que ya han muerto miles de conciudadanos. Probablemente, todos o casi todos los presentes habían perdido a alguien querido en la conflagración. Solo en la batalla de Gettysburg se estima que perecieron entre 3000 y 4000 soldados. Con sus emotivas palabras, Lincoln predispone emocionalmente a la audiencia para lo que queda de discurso.
6. Apelación a valores superiores
Hace ochenta y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en Libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales.
¡No es cierto! La nación norteamericana no nació consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales, aunque así lo dijera en su Declaración de Independencia. De hecho, fue el propio Lincoln el que inició el proceso de abolición de la esclavitud, que fue ratificada en la decimotercera enmienda a la Consitución de los EEUU en 1865. ¿Pero a que suena bien en el discurso? Además, de esa forma, sin mencionar la esclavitud, Lincoln convertía su abolición en el motivo principal por el que se libraba la guerra civil. Una sutil manipulación a través del pathos.
7. La brevedad
El discurso de Gettysburg es el mejor ejemplo del aforismo “lo bueno si breve, dos veces bueno”. Y es que es más fácil que impacte y se recuerde un discurso corto que uno largo. En un discurso largo es más fácil perder a la audiencia en algunos momentos y hay que esforzarse por recuperarla. Eso sí, es mucho más difícil preparar un discurso breve, como el de Lincoln, que uno largo, como el de Everett. Como dijo Harold Wilson, ex-Primer Ministro del Reino Unido, “Preparar un discurso de diez minutos me cuesta un par de semanas; un discurso de una hora, una semana, y un discurso de dos horas siempre puedo improvisarlo”.
Gracias a la fuerza y convicción de las palabras de Abraham Lincoln, un discurso de menos de 300 palabras se convirtió en una icónica defensa de la patria, la igualdad de derechos y la libertad y es considerado hoy en día uno de los mejores de la historia.
Soy Científico Titular del CSIC y profesor asociado de la Universidad Pablo de Olavide. Me gusta investigar, la docencia y la divulgación, así que hago lo que puedo para dedicarle tiempo a las tres. Además, soy un apasionado de las presentaciones e imparto cursos para ayudar a otros a que sus presentaciones sean más eficaces.