La trascendencia de declarar los conflictos de interés en las investigaciones científicas

La trascendencia de declarar los conflictos de interés en las investigaciones científicas

Recientemente, he tenido que explicar en Twitter (me niego a llamar X a esa red social), la importancia de declarar los conflictos de interés en las investigaciones científicas. Como muchos sabéis, mis investigaciones actuales sobre las propiedades nutricionales del aceite de orujo de oliva están financiadas con fondos que provienen de una organización privada, la Interprofesional del Aceite de Orujo de Oliva (ORIVA), algo que no he escondido nunca. Precisamente, la transparencia es clave en estos casos y no resta validez a la calidad de la investigación. Por otra parte, existen más tipos de conflictos de interés, más allá de los económicos. Vamos a explicar todo esto.

En el mundo de la investigación científica, la integridad y transparencia se erigen como pilares fundamentales para salvaguardar la validez y credibilidad de los hallazgos. Uno de los aspectos más cruciales en este sentido es la declaración de conflictos de interés, una práctica que va más allá de las implicaciones económicas y que responde a la imperativa necesidad de garantizar la objetividad y la imparcialidad en el proceso científico.

Si bien los conflictos de interés económicos son los más evidentes y, en ocasiones, los más debatidos, no podemos perder de vista que existen diversas formas en las que los investigadores pueden verse influenciados por factores externos. Por eso es necesario tener también en cuenta otros tipos de conflictos de interés, como son los de índole personal, profesional y académica, ya que cada uno puede potencialmente sesgar los resultados de una investigación.

1. Conflictos Económicos: Los más habituales

Los conflictos de interés económicos, como patentes, inversiones o relaciones financieras con empresas privadas, son los más conocidos y debatidos. Por ejemplo, se trata de situaciones en las que el científico posee una patente licenciada por la empresa que lo está contratando para realizar una investigación y recibiendo emolumentos por ella. O bien posee acciones de esa empresa. O bien la empresa lo está contratando para conferencias u otros servicios. En cualquiera de esos casos, es necesario declarar el conflicto de interés.

2. Conflictos Personales: La importancia de la honestidad intelectual

Los investigadores también pueden enfrentarse a conflictos personales que, aunque no involucren el aspecto económico, pueden influir en sus juicios. Por ejemplo, afiliaciones políticas, creencias personales arraigadas o relaciones familiares pueden afectar a la objetividad. La declaración sincera de estos conflictos promueve la honestidad intelectual y permite a los lectores contextualizar los resultados.

Un ejemplo de este tipo de conflictos es el de un investigador que tiene fuertes creencias personales a favor de ciertas prácticas alimentarias, por ejemplo el veganismo, y realiza un estudio sobre los efectos para la salud de una dieta vegana. Dado que el investigador podría estar sesgado hacia un resultado favorable de la dieta vegana, debería declarar un conflicto de interés personal. Lo mismo ocurriría si el investigador se posicionara en contra del veganismo, claro. En este sentido, los ejemplos son múltiples: medioambiente, religión, pensamiento político, etc.

3. Conflictos Profesionales: Cuando tu organización puede influir

La afiliación institucional y las jerarquías dentro de una organización también pueden constituir fuentes de conflictos de interés. Este tipo de conflicto se puede dar, por ejemplo, cuando un investigador pertenece a una institución que al mismo tiempo recibe fondos para realizar una investigación en una empresa pero tiene la potestad de influir en el devenir esa empresa. Es un tipo menos frecuente.

4. Conflictos Académicos: Apegándose a la teoría propia

Incluso las lealtades académicas pueden generar conflictos. Afiliaciones a teorías o escuelas de pensamiento particulares pueden afectar la imparcialidad en la interpretación de datos. Imagina a un investigador que ha pasado toda su carrera defendiendo una teoría particular lleva a cabo un estudio que respalda su perspectiva, sin considerar objetivamente otras interpretaciones o enfoques científicos.

Se podría pensar que los investigadores que tienen conflictos de interés podrían ser deshonestos pero eso solo ocurre cuando los ocultan. Además, la declaración de conflictos de interés no menoscaba la validez intrínseca de una investigación; más bien, proporciona un contexto esencial para evaluar la interpretación y la aplicabilidad de los resultados. La ciencia, como empresa humana, reconoce y abraza la multiplicidad de influencias que pueden afectar a un estudio. La clave radica en la capacidad de los investigadores para gestionar estos conflictos de manera ética y en la voluntad de la comunidad científica para someter los hallazgos a una evaluación crítica y objetiva.

La declaración de conflictos de interés en investigación científica implica ser transparente y detallado al revelar conexiones financieras, personales o académicas. Para ello se pueden utilizar formas estandarizadas al publicar los resultados de la investigación. Además, se debe ser claro en la descripción del conflicto y colaborar con los editores de las revistas científicas para reforzar la integridad. La responsabilidad institucional y la conciencia ética son clave.

Contratación de organismos públicos por empresas privadas

Se debe tener en consideración que muchas empresas no tienen capacidad para llevar a cabo costosos proyectos de investigación, por lo que necesitan contratarlos, incluyendo a organismos públicos. Es el caso de las investigaciones que realizo con financiación de ORIVA en el Instituto de la Grasa. Sobre este tema, ya publiqué un hilo de Twitter hace unos años.

La financiación de una investigación por parte de un ente privado no constituye automáticamente un conflicto de interés para el autor si el financiamiento se destina únicamente al desarrollo y ejecución de la investigación, y no se trata de una remuneración personal al investigador. De todos modos, en el caso de financiamiento externo, es crucial que los investigadores mantengan una clara separación entre los fondos recibidos y sus intereses personales. La clave radica en garantizar que la fuente de financiamiento no tenga un control indebido sobre el diseño, ejecución o interpretación de los resultados de la investigación.

En el caso de la contratación de organismos públicos por empresas para la realización de investigaciones, es fundamental que los investigadores mantengan su independencia científica y económica. Para ello es necesario declarar los conflictos de interés, pero también asegurar que en los contratos se detalle que la empresa no tendrá ninguna forma de influencia en el diseño experimental. Por otra parte, los investigadores deben mantener libertad académica, para que en caso de obtener resultados que no agraden a la empresa, puedan publicarse igualmente. Este punto, probablemente, sea el más complejo de todos.

En última instancia, la declaración de conflictos de interés no solo es una obligación ética, sino un medio esencial para preservar la integridad de la ciencia. La investigación transparente, independiente y libre de sesgos se erige como el camino hacia avances científicos genuinos y confiables.

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