10 consejos sencillos para mejorar tus presentaciones orales

10 consejos sencillos para mejorar tus presentaciones orales

Cada vez somos más las personas que somos conscientes de la importancia de a comunicación oral y de la necesidad de mejorarla. En muchas profesiones tenemos que hablar en público con mayor o menor frecuencia como parte de nuestra actividad laboral, ya sea en congresos, seminarios, reuniones o cursos. Mejorar nuestra capacidad de comunicación oral para que sea eficiente no es nada sencillo, requiere mucho esfuerzo, aprendizaje y práctica. Pero, con el tiempo, podremos ver que mejoramos mucho, llegamos mejor a la audiencia, transmitimos los mensajes de forma más eficaz y logramos que estos queden retenidos.

Lamentablemente, muy pocos de nosotros hemos recibido formación adecuada al respecto, por lo que nos contentamos con seguir los pasos de nuestros antecesores. Así, vamos escogiendo lo que más nos gusta de ellos para hacerlo nosotros igual. Sin embargo, sin darnos cuenta, también vamos recogiendo errores, que vamos arrastrando charla tras charla, presentación tras presentación.

Si no has tenido la oportunidad de asistir a ningún curso de comunicación oral, te recomiendo que empieces por estos 10 sencillos consejos:

1. Piensa bien qué quieres conseguir

En muchas ocasiones nos ponemos a hablar en público sin un propósito bien definido. Solamente pretendemos «informar». Pero es una obviedad, puesto que en todo proceso de comunicación se produce una transmisión de la información, o sea, se informa. Por el contrario, deberíamos plantearnos cada charla con un propósito, como una oportunidad para lograr un cambio en las personas que nos escuchan. Se trataría de conseguir que las personas de la audiencia cambien, aunque sea mínimamente, en su forma de pensar o de actuar. Imagina que tienes que hablar en una reunión de trabajo. Tu propósito puede ser que tu empresa o tu departamento realice un trabajo o una gestión de forma diferente. Si no te propones un objetivo, lo más probable es que el esfuerzo que hagas no conduzca a ninguna parte.

2. Pon el foco en la audiencia

¿Qué es lo más importante en una presentación? Muchas veces diríamos que la pantalla donde se proyectan las diapositivas, porque es a donde mira todo el mundo. Luego nos damos cuenta de que al lado de la pantalla hay una persona que habla. ¿Será ella la más importante? La respuesta es no. Lo más importante en una presentación es la audiencia. Todo el proceso creativo de la charla y su ejecución deberían girar en torno a la audiencia, a sus intereses, gustos, preferencias, expectativas, conocimientos, etc. Tenla en cuenta en todo momento. No incluyas información en tu charla que no sea del interés de tu audiencia.

3. Menos es más

Cuanto más sencillo lo hagas todo mejor. No te compliques para parecer más sabio. Si la audiencia no entiende los mensajes, no servirá de nada. Al contrario, ponte en la piel de las personas que te escuchan y piensa cómo te gustaría que te hablaran a ti sobre el tema. Y si realmente tienes mucha sabiduría, se notará por tu claridad y capacidad de síntesis. Reduce la cantidad de ideas que vas a transmitir y salpícalas con historias y anécdotas. Aplica la sencillez a todo el proceso: mensajes, discurso, imágenes, textos, gráficos, etc. Utiliza un vocabulario riguroso, pero sencillo y fácil de entender por todos.

4. Dedica menos tiempo del que te han asignado

No permitas nunca que tu charla sobrepase el tiempo asignado. Es una falta de respeto y una de las peores cosas que puedes hacer a tu audiencia. Si les ha gustado tu charla, agradecerán que sea un poco más corta de lo esperado, ya que habrá algo más de tiempo para preguntas. Y si no les ha gustado… ¡te agradecerán que termines antes! En cambio, si no ha gustado y además te alargas, nadie estará contento. Tanto los asistentes como los posibles ponentes que tengan que hablar después e incluso los organizadores. Así que ahórrate complicaciones y quédate en el 80-90% del tiempo que te dieron para hablar.

5. Elabora un mensaje sencillo para «llevar a casa»

Si quieres que tu charla no quede perdida en el olvido, pónselo fácil a la audiencia para que la recuerde. Elabora un mensaje que se puedan llevar a casa, de forma que si alguien les pregunta de qué iba la charla puedan contestar sin dudar. El mensaje debe contener la esencia de todo tu discurso, y además de sencillo, debe ser conciso. Por otra parte, siempre que sea posible, debe conllevar una acción que refleje el cambio a conseguir (ver punto 1), así como un beneficio, que sirva como aliciente. No es necesario que sea un beneficio muy concreto, a corto plazo o individual. Simplemente es necesario que la audiencia sienta que gana algo con el cambio.

6. Emociona a tu audiencia

Si no hay emoción, no hay conexión y si no hay conexión la atención se pierde y los mensajes no se retienen. ¿Has pensado cuántas veces has asistido a una charla y lo que mejor recuerdas es una anécdota que te hizo reír o una historia que te emocionó? A las personas nos encantan las historias. Por eso vamos al cine o al teatro, leemos novelas o nos enganchamos a series de televisión. Aprovéchalo para conectar con la audiencia. No muestres solo datos fríos. Llévalos de viaje por tu historia. Cuéntales lo que hiciste y cómo lo hiciste, los éxitos y los fracasos. En definitiva, permite que empaticen contigo como persona y que tu experiencia les emocione.

7. Inicia tu presentación asombrando a la audiencia

¿Te has planteado cómo suelen empezar la mayoría de las charlas? El ponente saluda, dice su nombre, la institución que representa o en la que trabaja, agradece a la persona que lo invitó… En algunos casos incluso habla del lugar en el que tiene lugar el evento o se disculpa por no haber preparado bien la charla. ¿Cuál de todas estas formas de iniciar llamará la atención de la audiencia? Ninguna. Más bien al contrario, probablemente la inciten a evadirse. Si bien es bueno que sepan quién les está hablando y de dónde viene, normalmente ese suele ser el papel de moderador o del anfitrión. Así que mejor saludar y arrancar con un estruendo. Que la audiencia no piense que lo que vas a contar va a ser otro rollo aburrido. Puedes empezar con una anécdota, una historia, un dato curioso, una estadística impresionante. Cualquier forma que sirva para que la audiencia deje el móvil, te mire a ti y te regale su atención.

8. Utiliza elementos visuales, pero no te pases

Antes de nada, plantéate si necesitas preparar diapositivas. Si consideras que no es necesario, simplemente no las prepares. Ahorrarás mucho tiempo. Sin embargo, esto no suele ser lo habitual. Lo más normal es que necesites elementos visuales que te permitan clarificar y explicar mejor algunas ideas de tu discurso. Por ejemplo, no es lo mismo decir que la calabaza más grande de Gran Bretaña pesó una tonelada, que mostrar una imagen de la calabaza con una persona al lado para apreciar sus dimensiones. Además, las diapositivas pueden ayudar a transmitir emociones. Recuerda que vivimos en la era de la imagen y que disponemos de elementos tecnológicos de sobra para mostrarla.
Eso sí, si vas a emplear diapositivas, úsalas para apoyar tu discurso, no para que capten toda la atención. Recuerda que una presentación es, por encima de todo, una actividad oral y personal. Y por supuesto, ¡cuanto menos texto mejor!

9. Comunica con tu cuerpo

Las personas somos asombrosamente buenas captando el lenguaje no verbal. Piensa en cómo puede cambiar una frase si el que la dice guiña un ojo al mismo tiempo. ¡Interpretamos que está queriendo decir justo lo contrario! Así que ten en cuenta tu cuerpo cuando estés comunicando. No solo qué haces con la cara o las manos, sino también cómo hablas, el volumen de la voz, la velocidad, el uso de pausas, de muletillas, la postura de tu cuerpo o los movimientos en el escenario influyen en cómo los mensajes llegan a la audiencia.

10. Ensaya, ensaya, ensaya

Se atribuye a Churchill la frase «ensaya tus comentarios improvisados». Hay muchas personas que son capaces de improvisar los discursos. Tienen un don. Pero la mayoría no podemos hacerlo. Para que todo salga bien y nuestra charla sea efectiva, necesitamos ensayar. Los mejores comunicadores ensayan muchísimo, hasta que el discurso está tan interiorizado que pueden estar pensando en otra cosa mientras lo pronuncian. Mientras hablan, pueden pensar, por ejemplo, en su lenguaje no verbal o en la reacción que tiene la audiencia a sus palabras. En cambio, si tu discurso no está lo suficientemente ensayado tendrás que ocuparte de pensar cuál es la siguiente frase que tienes que decir. Además, ensayar es la mejor manera de calmar los nervios. Si estás seguro del discurso, sabes que no vacilarás en el escenario y eso tranquiliza. Ensaya hasta que no puedas más.

Espero que estos consejos te hayan sido de ayuda. Por supuesto, que hay mucho más que decir sobre cada uno de ellos y están llenos de matices. Por eso me gusta llamarlos consejos y no reglas. Las reglas se siguen, los consejos se aceptan… o no. De ti depende. Evidentemente, cada charla es un mundo, dado que los temas y las audiencias cambian en cada ocasión. Adáptate siempre a cada audiencia y aplica los consejos que creas necesario en función de ella.

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