¿Cuántas veces os ha pasado asistir a un congreso o unas jornadas y ver que tras algunas charlas nadie levanta la mano para preguntar? Decenas de veces, ¿verdad? En esas ocasiones, el moderador toma la palabra y hace alguna pregunta de cortesía, pero suele quedar bastante artificial.
La semana pasada tuvo lugar el 17º Congreso Euro Fed Lipid, que se celebró en Sevilla. Como formaba parte del comité científico, asistí a casi todas las sesiones. Pude ver que en una misma sesión, la audiencia estaba muy dispuesta a preguntar o todo lo contrario. Así que planteé en Twitter cuál podría ser el motivo de estas diferencias.
A bote pronto, a mí se me ocurrieron tres posibles razones:
Hoy he discutido con compañeros por qué tras muchas ponencias de congresos no se generan preguntas. Conclusiones:
— Javier S. Perona (@MrChylo) October 24, 2019
1. Excesiva complejidad de la charla.
2. Excesiva cantidad de datos.
3. Excederse con el tiempo.
Al final, produce saturación cognitiva.
¿Más ideas?
Estas razones estaban todas ligadas a la saturación cognitiva de la audiencia. Es algo que no se suele tener en cuenta a la hora de preparar una presentación. La audiencia puede ser experta en el tema del que se habla, pero aún así necesita tiempo para procesar la información. Si la sobrecargamos con muchos datos complejos y lo hacemos durante mucho tiempo, se produce saturación cognitiva y desconexión. Retomar esa conexión en el turno de preguntas es muy complicado, así que la audiencia se inhibe.
Como respuesta a mi tuit, algunos usuarios respondieron dando sus opiniones sobre los motivos que llevan a la ausencia de preguntas:
1. Pérdida de atención
Perdida de la atención (desconectaron en no se sabe que momento y no saben ni de que han hablado)
— Natalia Moragues DN (@MoraguesNatalia) October 24, 2019
Natalia opina que uno de los motivos es que durante la conferencia la audiencia haya perdido la atención. Esto puede deberse a muchos motivos, como los expuestos más arriba, pero también a otros como no haber sido capaz de enganchar a la audiencia desde un principio o reengancharla después de un tiempo. Se suele decir que las personas no solemos mantener la atención en algo durante más de 15-18 minutos, por lo que pasado ese tiempo es necesario volver a captarla.
2. La calidad de la charla
Que la charla no sea buena (de contenido o de presentación).
— Fran Oficialdegui (@OficialdeguiF) October 24, 2019
Dice Fran que otro motivo puede ser que la charla no sea buena. Es cierto. Si la charla no se ha planteado correctamente, o no contiene información atractiva o estimulante para la audiencia, es normal que no se susciten preguntas después. Si eso sucede es porque no se ha puesto el foco en la audiencia desde un principio. Solo deberíamos hablar de aquéllo que le importe a las personas que nos están escuchando.
3. Saturación y aburrimiento
Timidez del que va a preguntar por miedo a si es que no ha estado del todo atento o no se ha enterado bien.
— Álvaro Luna (@AlvaroLuna87) October 24, 2019
Aburrimiento y que no estés atento.
Que haya muchas charlas y estés saturado y poco concentrado ya.
Que sea a mala hora y estés dormido, con ganas de irte, o aburrido.
Álvaro apunta varios motivos. Entre ellos, que la audiencia esté saturada por asistir a varias charlas consecutivas o que se aburra. Esto es importante saberlo de antemano a la hora de preparar la presentación. Si sabes que vas a ser uno de los últimos en hablar y que para entonces la audiencia ya habrá escuchado bastantes charlas aburridas y monótonas, deberás hacer un mayor esfuerzo en llamar su atención y mantenerla.
4. El ponente está nervioso
Si el ponente esta muy nervioso. Yo en generla no pregunto porque prefiero el coffe break para eso
— Eneko Arrondo (@BIOEAF) October 24, 2019
Eneko empatiza con el ponente con su comentario. Muchas veces vemos a ponentes muy nerviosos y no hacemos preguntas por no indisponerlos aún más. Mejor que pase el mal rato rápido y pueda desaparecer del escenario y dejar de pasar un mal rato. Creo que para estos casos podría ser una buena idea hacer una pregunta sencilla y que no lleve una crítica implícita, para que el ponente pueda explayarse y se vaya con buen sabor de boca. Muy recomendable para aquéllos que comienzan a hablar en público, por ejemplo en TFG, TFM o tesis doctorales.
5. Falta de tiempo
Casi siempre que no pregunto es por falta de tiempo para ello ( eso y que muchos que si preguntan se gustan mucho y en lugar de preguntar, disertan o dan otra charla)
— ÓskarHR (@scariosHR) October 24, 2019
Óscar dice que casi siempre que no pregunta es por falta de tiempo. ¡Qué habitual es esto! Por eso lo comentaba yo en mi tuit. Por ejemplo: hay 20 minutos entre charla y charla y nosotros dedicamos 22 a la ponencia. ¡No queda tiempo para preguntas! Tenemos que plantearnos que si hay 20 minutos y está previsto que haya preguntas (hay eventos donde no está previsto), debemos acortar nuestra ponencia a unos 15 minutos (o menos). Claro que eso es complicado porque generalmente queremos incluir demasiada información.
6. Ponente se aburre con su propia charla
El tema no interesa, o más bien el ponente no lo hace interesante. Hay personas que se aburren con su propia charla
— Miguel A. Lurueña (@gominolasdpetro) October 24, 2019
Si el ponente se aburre con su propia charla, imaginaos los demás. Como para hacer preguntas al final. Al comentario de Miguel Angel, yo respondía que es una pena que eso suceda porque es desaprovechar una oportunidad maravillosa de contar a los demás algo que nos apasiona. Claro que si no te apasiona lo que cuentas… Quizá no deberías hacerlo. Ya sé qué vais a decir, que a veces se hace por obligación. Y es cierto.
7. El nivel intelectual de la ponencia
Que el público conozca tanto el tema que la ponencia haya sido demasiado básica. Y lo contrario, tan densa que al público sólo se le ocurran preguntas tan básicas que no se atrevan a preguntar.
— ????? (@CurrodelaTorre) October 24, 2019
Curro responde que si la ponencia tiene es demasiado básica o demasiado compleja es posible que la audiencia no quiera preguntar. Para ajustar el nivel intelectual de la ponencia debemos estudiar en profundidad a la audiencia mientras preparamos la presentación. El problema se suscita cuando tenemos asistentes con diferentes grados de conocimiento. La solución que propone Gonzalo Álvarez Marañón es un patrón de dificultad en sierra. Lo explica en su blog.
8. Lenguaje no verbal
– Ponencias basadas en un texto minúsculo leído por el ponente hasta la última coma.
— José Ferrandis (@JoseFerranL) October 24, 2019
– Incapacidad de seleccionar una o pocas idea fundamentales.
– Reiteración de contenidos entre ponencias
También:
– Considerarse el rey del mundo.
– Formas poco atractivas (tono de voz, gestos)
José aporta varios comentarios a respuesta de mi tuit, pero me quedo con el que hace referencia a la comunicación no verbal. La forma en que nos colocamos ante la audiencia, como nos movemos, los gestos que hacemos, el uso de la voz y las demás características de la comunicación no verbal puede acercarnos o alejarnos de la audiencia. Por ejemplo, si pasamos toda la charla de espaldas al público mirando la pantalla porque tenemos diapositivas llenas de texto que tenemos que leer.
Creo que al final ha quedado una guía bastante buena con los motivos principales por los que la audiencia se puede mostrar reticente a hacer preguntas en una ponencia, pero seguro que hay muchos más. Si se te ocurren, déjalos en los comentarios de esta entrada. ¡Gracias!